Que levante la mano quien jamás haya pronunciado estas
palabras: ¡Horror! ¡No sé qué ponerme! Ésta se ha convertido en una
frase típica y tópica de las mujeres. Es susceptible de cualquier chiste fácil
por parte de nuestro sexo opuesto, o incluso de nosotras mismas. Pero lo
confieso. ¡Me siento tan identificada con ella, y tan incomprendida a la vez!
Mi marido no puede entender aquello de que, de repente, me
quede ausente unos segundos, eche la vista hacia arriba, haga una mueca de incertidumbre
existencial, y exhale con una seriedad digna de un manifiesto trascendente para
la humanidad lo de: ¡No tengo nada que ponerme! No me puede tomar en serio
teniendo un vestidor que le he dicho que necesito urgentemente que me amplíe,
en el que he contado unos veinte bolsos, catorce abrigos y he perdido la cuenta de los zapatos.
Pero oye, hay ocasiones en las que te entran dudas. Tal vez lo tenga todo, pero
necesito empezar a coordinar partes de arriba con partes de abajo, tacones (¿o
zapato plano? Me siguen surgiendo dudas…), bolso de asa (¿o cartera de mano,
mejor? Si es que ¡no me decido!). Tal vez después de varios minutos empiece a
vislumbrar un poco de claridad y me empiecen a llover ideas. Pero ese primer
instante de shock…, todavía no lo he superado.
Así que, cuando te entra ese desconcierto vital, nada
mejor que coger el ipad y ponerte a rastrear las más reputadas páginas de street
style para llegar a la conclusión de que… ¡Todo pega con todo! Dios, estoy
de suerte. Cuando después de revisar todas las partes de arriba y hacer el
recuento de todas las de abajo, te das cuenta de que sigues sin saber qué
ponerte, admiras varios looks de street style, que para mí son
puro arte y… ¡Voilà! Es como si de repente se hubiese multiplicado tu
ropa. Ves que aquellos leggings de paillettes que te compraste
para el último fin de año, te van de perlas con un maxi jersey de punto de
cuello vuelto, para pasar una tarde tranquila entre amigas. Eso sí, después de
añadirle un toque de color en la cabeza (con la excusa de que hace frío) y un abrigo de paño que te ayude a seguir
rebajando el efecto de las lentejuelas.
Es entonces cuando te encuentras un suéter de lana súper calentito, que acabas de descubrir que puedes superponer al vestido que llevaste a la boda de tu mejor amiga, dejando ver sus millones de plumas, para salir a tomar unas copas un sábado cualquiera. Y te va entrando un subidón de pensar en todo lo que tienes, y de que ¡tu marido tiene razón! Tienes infinidad de ropa (pero, atención, nunca jamás hagas esa confesión porque, de lo contrario, ya no habrá marcha atrás).
Este año los legging boots en efecto cuero son los
mejores acompañantes para una mini y un maxi abrigo. Quizás hace unos años ya
tenías unos similares, pero temías parecerte a la fême fatale de “Busco
a Jacks”. Sin embargo, descubres que nada como el jersey de ochos blanco que
adquiriste la semana pasada para reconvertir aquellos looks de antaño, y
pasar de lo hortera a lo más cool en un abrir y cerrar de armario.
Y si,
rebuscando, encuentras otro jersey, esta vez de un burdeos que quita el hipo, y
también en clave XL, sigue buscando hasta encontrar una falda lápiz de cuero
del mismo color, medias, zapatos, bolso, sombrero… No hay problema si te falta alguna de las
piezas, porque las tiendas están llenas de color este año. Tal vez, en cuanto
te mires al espejo, la primera impresión sea la de haberte dejado pintar con
rodillo de arriba abajo. Pero sigue observándote porque, según los dictados de
la moda más in, eres el vivo reflejo del buen gusto. Cálzate tus botas
infinitas (las negras, tampoco hay que pasarse) y, ¡lista para salir a comer un
día soleado (por aquello de que no cojas abrigo, no vaya a ser que
desestabilices el pantone). ¿Verdad que ya vas sintiendo alivio?
Pues si tus pitillo de efecto cuero se han resentido con
el tiempo o todavía no tenías unos, sal corriendo a por ellos. Este otoño los
hay en clave sporty, baggy, el típico de cinco bolsillos, leggings
cuya parte trasera está confeccionada con algodón (éstos vienen muy bien porque
no ceden a pesar de ponértelos muchas veces)… Junto a ellos se alían tanto
camisetas heavy, para ir de concierto con chaqueta vaquera oversize;
cárdigan de punto grueso para hacer la compra; o sobrecamisa de cuadros desabrochada
si quieres ir a la última, junto con unas botas de estilo cowboy y un
sombrero.
Pero podemos ir más allá. Haz caso a la it girl más
sofisticada y consigue alguna prenda de tweed de aire “chanelero”. Bueno,
una prenda es lo mínimo, ya que si pretendes destacar por tu elegancia, vé
directa a un “dos piezas”. ¿A qué no se te había ocurrido? A mí tampoco pero
cuanto más lo miro, más me gusta.
Lo mismo me pasa con los abrigos tipo batín, oversize,
en color cámel, con las Stan Smith. ¡Cómo no lo había visto antes! Son tal para
cual. ¿Y la base? Cuero + punto gris. Si es que hay ecuaciones mágicas que
hemos de aprender porque nos van a salvar de más de un apuro.
A mí me encantan las prendas de aire militar. Y si bien es
cierto que puedes caer en el error de parecer que te acabas de alistar en el
frente, basta con buscar prendas totalmente opuestas en cuanto a estilo,
tejido, texturas, colores… Y habrás creado un outfit digno de photocall.
En concreto, los tejidos vaporosos en rosa empolvado son la pareja perfecta de
las chaquetas militares. Quizá esto no es de toda la vida. Sin embargo, lo he examinado
en tantas revistas de moda que he llegado a la conclusión de que el rosa y el
caqui han nacido para estar el uno con el otro.
Y si el rosa en prendas
ligeras es una pasada, sobre abrigos de pelo es lo más. Ahí viene cuando mi
marido me sacaría el parecido con Espinete. Pero a ver, ¿quién es el experto fashion?
¿Él o yo? Pues ni caso. Además, acabo de percatarme de que lo mío con los
abrigos de pelo viene de tiempo atrás. ¡Si es que los tengo en todos los
colores! Y no sabes lo socorrido que es esto, porque la ecuación: jeans + camiseta
blanca + abrigo de pelo es la crême de la crême del street style
(pero acuérdate de añadirle un collar joya). Con los chaquetones de print
animal me pasa casi lo mismo. Pero ojo, es otra muy buen inversión, porque
funciona con la misma ecuación.
Y entonces piensas en tu marido otra vez: Pero
si es que ¡me apaño con nada! Y esto sí se lo puedes decir.
Imágenes: glamour.es, hola.com, Pinterest, trendencias.com, vogue.mx
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