Parece que cuando nos referimos a los LBD - LWD (los típicos vestidos comodín, cortitos, en negro o blanco), estamos hablando de algo aburrido, insulso y que no sirve únicamente para salir del paso. Nada más lejos de la realidad. Un vestido de estas características es la mayor joya que podemos tener en nuestro vestidor porque, no sólo nos puede sacar de un apuro, sino que nos puede sacar de más de un millón de apuros. Y es que, con un par de ellos, podemos obtener una infinidad de looks diferentes para ocasiones bien distintas.
En una época en que el nacimiento del effortless chic ha eclipsado cualquier asomo de pompa, nada como tirar de un LWD (little white dress) y acompañarlo de zapatos y complementos dispares para seguir la tendencia al tiempo que optimizamos nuestro vestuario. En ocasiones tenemos la solución ante nuestros ojos pero no somos capaces de dar con ella. Es entonces cuando precisamos los consejos de una personal shopper. Ir de shopping nunca debe ser algo de urgencia para solucionar un "no tengo nada que ponerme" desesperado. Lo normal en esos casos es que compremos algo que realmente no nos sienta bien, no nos vayamos a poner más o no vaya con nosotras. Y por eso la importancia de configurar un magnífico fondo de armario. Para no derrochar nuestro dinero ni nuestro tiempo.
No sé vosotras, pero yo ya he hecho alguna visita a las rebajas. Sin ansias locas ni desenfreno. Con calma, ojo y observando atentamente las prendas y las futuribles bajadas de precios. No es necesario cargar el primer día, a no ser que se nos presente ante nuestros ojos aquello que ansiábamos con todas nuestras fuerzas y que de momento ya está considerablemente reducido. Hoy os traigo un solo vestido y dos outfits. Enfocados a dos ocasiones distintas o a dos estilos opuestos, y os invito a inclinaros por un de ellos.
Vestido: Zara.
Collares: Parfois y Stradivarius.
Bolsos: Lefties y Suiteblanco.
Zapatos: Zara y Buonarotti.
Gafas: Mango Outlet.
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