Llega el baile de grados en el termómetro. La temperatura sube y baja
a lo largo del día de forma inesperada y, en ocasiones, exagerada. Así
pues, hemos de buscar prendas con las que no pasemos frío de buena
mañana y al anochecer, y con las que no nos asfixiemos al llegar el
mediodía. Los vestidos cortos de manga larga o francesa resultan
ideales para la época en que estamos porque son capaces de solucionarnos
la papeleta. Éste es azul marino, con pequeños corazoncitos blancos y
verdes; una monada. Lo compré en las últimas rebajas, hace ya unas
semanas, en vistas a utilizarlo en estos últimos días de verano y en los
primeros de otoño, con medias.
Y si un bonito vestido de entretiempo nos puede sacar de más de un apuro, unas sandalias de tacón negras y un buen bolso, nos pueden acompañar toda la vida (sobre todo éste último). Así que os presento a mi nuevo acompañante, este bowling azul marino con borla (muy en boga esta temporada) que tiene un tamaño ideal, ya que aunque no se ve muy grande, es muy espacioso.
Vestido: Stradivarius (sales)
Calzado: Zara (similar)
Bolso: Purificación García
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